Alejandro Medina – Chile 13-14
"CONOCER A DIOS"
Si me pidieran describir en tres palabras cómo fue mi experiencia de Colaborador, diría: conocer a Dios. Muchas veces nos preguntamos qué es lo que quiere Dios de nosotros; esa pregunta me la respondí en mi año y medio de Colaborador en Santiago de Chile.
Al principio fue un poco difícil para mí, como para muchos otros. Era el único colaborador hombre en Santiago y eso me dificultó un poco las cosas ya que nadie “entendía” por lo que estaba pasando, pero creo que no estaba viendo más allá. Poco después no importó, porque estuve rodeado de una comunidad unida de la que me hicieron sentir parte desde que llegué. Yo creo que sin ellos mi año no hubiera sido lo que fue y por eso se los agradezco inmensamente. También estuvieron las colaboradoras que me ayudaron en muchos aspectos.
En misiones.
En el cursillo de verano junto a otros colaboradores.
De visita en un Viñedo en Chile.
Puedo decir que este periodo de mi vida fue de renovación. Trabajé en el Colegio Everest principalmente en el ECyD pero igualmente tenía un equipo de Reino. Conocí a mucha gente ahí y puedo decir que esas personas fueron mas que “mis niños del Faro” o “mi equipo de Reino”, ellos fueron mis hermanos; fueron parte esencial de mi camino como Colaborador.
Era impresionante como día a día Dios me iba sorprendiendo y mostrándome cosas nuevas que podía hacer gracias a su amor. Empecé a crecer como persona y eso significaba cambiar, que implica también riesgos, pasar de lo conocido a lo desconocido pero siempre de la mano de ese Dios que me ama infinitamente. A veces me sorprendía de lo que “yo decía” , entre comillas, porque era Dios quien hablaba a través de mí. Y no sólo a través de mi, sino que también Dios llegaba a mí a través de los jóvenes y niños. Un día me sorprendió mucho que hablando con un joven que tenía unos problemas, me dijo una frase que hasta el día de hoy reflexiono: La fe no hace las cosas más fáciles pero las hace posibles.
Así fue como empecé a vivir mi año al máximo, sin saber que me iba a quedar más tiempo, pero desde ahí Dios me estaba trabajando. Poco a poco iba conociendo a Dios y aunque a veces me costaba mucho el levantarme y hacer la meditación sabía que Jesús estaba conmigo. Eso de tener una capilla en la casa es algo único.
Un momento que cambió mi año fue el haber tenido la oportunidad de ir de voluntario a Magdala Center un mes. Eso fue una experiencia inolvidable porque también pudimos conocer muchos lugares santos. Después de eso mi periodo de Colaborador cambió drásticamente para bien. Le agradezco mucho a Dios por esa oportunidad.
Al termino de mi año y medio me dolió mucho dejar a todos, fue una de esas despedidas que ni te quieres ir. No quería dejar lo que ahora se había convertido en mi casa, mi vida. Pero sabía que la “aventura” no había terminado si no que apenas comenzaba. Esta experiencia había sido una preparación, un recorrido donde conocer a Dios fue lo que me hizo amarlo más. Y como un Padre alguna vez me dijo: “La fe es para los débiles, el conocimiento es para el que ama”.